8/11/10

Agua y música

Ahora vuelvo al extremo. Es increíble, visto desde este punto, como en pocas semanas paso por todos los intermedios para volver a sumergirme en la misma mierda.
¿Por qué soy tan depresivo? ¿Por qué? Siempre es la misma historia, puedo pasar tres meses así, luego salgo de la cueva y camino, corro, bailo, por un instante soy feliz. La euforía se apodera de mí. Luego todo comienza a aquietarse. Y comienzo a ver con claridad, por una semana. Luego los bordes se desdibujan, y luego me odio a mi mismo por volver a estar callendo. Y llego a los números rojos del alma, como ahora. Es el período en el que soy más sensible, más gay en cierto punto. Pasando la línea que divide la verdad de la oscuridad me sumergo en este caldo de vapores abrasivos, estas sombras amorfas que me atrapan, me enlazan, me dan calor y frío.
De la angustia a la paranoía hay menos distancia que de la cama al baño. Me encierro aunque no quiera, una parte de mi quiere huir, la otra esconderse, la lucha que lleva toda mi vida mi cabeza, de mes a mes, de round a round, el boxeo interminable de quien nunca nadie se puede proclamar verdadera victoria.
Y las preguntas que vienen me acosan, y las respuestas me desgarran. La soledad es el imperio de la conciencia leí una vez, y pienso que este imperio se a sobreextendido hace rato. Llueve, es para acompañar mi sentimiento. Sale el sol, es que hasta el cielo se burla de mí. Estos son los primeros mensajes que me llegan, los que me avisan que todo vuelve a ser como antes.
El sonido de las cuerdas se realza en la soledad, y comienzo a nadar en un mar de abstractos. Cierro los ojos y entro a ese mundo que baila con furia y con pasión. Llegan las horas donde sufro que mi cama esté vacía, en las que se delinean todas mis carencias, y veo el mundo con trazos superpuestos, que me explican por donde camino, las líneas, las infinitas líneas que aparecen y desaparecen aquí y allá. Un sentimiento de sensualidad me rodea, como si el sexo y la soledad fueren amigos, o cómplices. Es el juego. El mismo juego de siempre, el que entiendo a medias, el que nunca termina, el que me inunda desde siempre.
Es el agua, es el sexo, es la soledad y la depresión, son todo la misma cosa. Recuerdo cuando la hacía gozar como nunca lo había hecho, y me sentía luego tan solo y vacío, tan usado, tan violado. Sólo en la cama decía que me amaba con verdaderas ganas, pero nunca pudo precisar el significado de mis palabras, y de mis silencios.
Ahora no me puede olvidar, y no se si recuerda el sexo, el silencio o el café.
El agua y la música están amándose en aquel rincón, y yo las veo y recuerdo aquella tan verdadera escena de The Wall, en la que la mujer que aparece de las sombras se transforma en el mayor miedo del hombre que se aisla, conciente o inconcientemente. La mujer se transforma en una flor, una planta carnívora que a la vez es hermosa, es, claro, una vagina. Sí, la mujer y la vagina, el mayor miedo del hombre, y lo más hermoso a la vez, por que inspiran tanto miedo como pasión, y a uno lo puede llevar de la histeria a la seducción, como de la cama al living.
Es todo lo que tengo, es un vicio, pero una trampa. Es todo lo que odio, pero es todo lo que tengo. Es horrible, pero es la única verdad. Es música en sentimiento, y el moho de las paredes. y las piedras. Si fuese una historia, sería una grandiosa. Pero las historias tienen fin.

1 comentario:

  1. Recién lo leí, estás en casa, estoy en calma, parece que todo está completo, quiero que logres tus sueños!!! Ero.

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