15/6/10

No tengo nombre para esto

Hace ya bastante tiempo que venía queriendo hacer un blog, para ver qué pasa, nada más...

Recién ahora me estoy poniendo los pantalones, por así decirlo, y supero un par de bloqueos que andaban dando vueltas... Me considero una persona fuera de lo común, por mis ideas, por lo que soy. Siempre quise y quiero ser un escritor, y he escrito cosas que, a ojos de otros, son muy interesantes, sin embargo, este blog tratará, creo, de plantear aquellas cosas que, como el título dice, no tienen título, o no sé cómo clasificarlas...

Empecemos por algo muy básico, una conversación que tuve con un amigo hace un tiempo:

Amigo:

-¿Sabes? Hay algo que nunca aprendí, y que nadie me lo dijo, yo me di cuenta tarde, descargarme en el momento justo, porque si no, algo pequeño a lo largo del tiempo va creciendo como carga. Crece y comienza expandirse como un virus, y cuando que me llegue el día en que algo diminuto haga que me fracture, y esa cosita pequeñita se hizo más grande y poderosa, y cuando salga, destruirá todo lo que me rodea.

Yo:

-No te arrepientas, porque arrepentirse es negarse a aprender de la situación, y a afirmar porque estas donde estas admite que fue un error, admite que ese error es parte tuyo, aprende de esa experiencia y no volverás a caer -Y fue en este momento que, casi esporádicamente dije algo que llevaba guardado por años- cuando yo tenía 13 me estampe contra un muro de concreto, de 3 metros de alto rompí mi máscara, y tras ocho meses de intentar repararla me di por vencido, me vi al espejo, entonces fue cuando comprendí que estamparme contra ese muro fue lo mejor que me pudo pasar en la vida porque en el espejo, veía mi rostro.

-yo creo que me revente la cabeza hace tiempo, y rompí esa mascara, por algo con un propósito que todavía no termino de comprender, pero sé que me hace mucho mas fuerte e intrincado de lo que parece porque recuerda siempre. Yo estoy del otro lado a veces creo que esa razón, ese propósito, es romper más máscaras.

Luego de un tiempo más de charla llegué a las conclusiones de que:

- A los trece años perdí mi máscara, es decir mis defensas, mi hipocresía.

- Luego de perder esa máscara, atravesé al otro lado de la pared.

- Del otro lado, todo es oscuro.

- Al cruzar me reencontré con "mi otro lado", ese lado que odio por sentirse superior por estar, justamente, del otro lado

- A partir de ese momento yo soy tres personas: yo sapiens, yo sombra, y yo último.

- Yo sapiens es el primer yo, que siempre está presente, el encargado de fingir frente a los demás, y el que piensa por sí mismo.

- Yo sombra es el que aparece en soledad, es la ira, el vacío, es el miedo y la soberbia. Todo lo que odio.

- Yo último es el estado en el que sapiens somete a sombra. Obtengo todo el poder de la unión, sin caer ante mis odios.

¿Acaso éstas ideas no les recuerdan a la dialéctica hegeliana?

En la próxima sesión le planteo esto a mi psicóloga, mi versión del Yo, Superyó y Ello, pero con una especie de síntesis y dialéctica hegeliana en el medio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario